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Telecoms: más para el que ya tiene mucho

Raúl Trejo Delarbre
diciembre05/ 2016

Crónica 

Raúl Trejo Delarbre

La noche del lunes 28 de noviembre los medios de comunicación recibieron un comunicado urgente desde las oficinas del Instituto Federal de Telecomunicaciones. Allí se aclaraba que la adquisición de espectro radioeléctrico que había anunciado América Móvil aún estaba sujeta a la autorización del propio IFT.

La corporación telefónica, propiedad de Carlos Slim, dio a conocer varias horas antes un acuerdo con Multivisión (MVS) para hacerse cargo del segmento de la banda de 2.5 GHz que ese grupo tiene concesionado. Al IFT no le habían avisado y la adquisición fue difundida como un hecho, aunque todavía está pendiente la revisión de esa solicitud por parte de la autoridad en telecomunicaciones.

América Móvil aclaró que los acuerdos para esa operación “se encuentran sujetos a una serie de condiciones suspensivas de carácter corporativo y regulatorio, incluyendo la previa autorización del Instituto Federal de Telecomunicaciones”.

Sin embargo, la versión en inglés de ese comunicado, que fue enviada a medios y bolsas de valores, solamente decía que el acuerdo “está sujeto a ciertas condiciones corporativas y regulatorias” incluyendo la aprobación del IFT.

La diferencia va más allá de un desliz del traductor. América Móvil está supeditada a reglas especiales debido al carácter preponderante que tiene en telefonía, tanto alámbrica como celular. Esa condición obliga al IFT a restringir cualquier operación que pueda incrementar la hegemonía de las empresas del ingeniero Slim en dicho mercado.

La banda de 2.5 Gigahertz es una de las más propicias para la transmisión por telefonía celular. En todo el mundo es uno de los segmentos más codiciados en el espectro radioeléctrico. En México, sin embargo, casi todos los 190 Megahertz de los cuales se compone ese tramo los tenía concesionados el Grupo MVS desde mediados de los años 80. Inicialmente por esa vía MVS difundió el primer servicio de televisión de paga e inalámbrica en el país. Ese negocio fue desplazado por la televisión por cable y satélite, y MVS dejó de utilizar la valiosa banda de 2.5.

Muchos años después, en 2011, MVS planeó ofrecer, sobre esas frecuencias, internet de banda ancha a partir de una asociación de cinco empresas. El proyecto no funcionó y al año siguiente el gobierno del presidente Felipe Calderón decidió no renovar esa concesión. El presidente de MVS, Joaquín Vargas, denunció entonces que se trataba de una venganza política debido a que no había accedido a despedir a la periodista Carmen Aristegui que conducía el noticiero estelar en la estación ancla de ese consorcio.

Para renovar la concesión de la banda de 2.5 GHz, en marzo de 2012 la Secretaría de Hacienda quería cobrar derechos por 27 mil millones de pesos. MVS dijo estar dispuesta a pagar 11 mil millones de pesos en un plazo de 20 años. Según nuestras estimaciones, en aquellas fechas los 190 MHz de la banda de 2.5 hubieran costado 1,140 millones de pesos si se les vendía al precio más bajo que el gobierno había cobrado un par de años antes por otros segmentos de espectro radioeléctrico. Pero si se tasaban al precio más alto al que fueron licitadas las frecuencias más costosas, esos 190 MHz habrían costado más de 32 mil millones de pesos.

El gobierno de Calderón dejó ese diferendo sin resolver. En septiembre de 2013, ya durante la gestión del presidente Enrique Peña Nieto, MVS llegó a un acuerdo con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (el IFT aún no existía). A cambio de renunciar a 130 de los 190 MHz que tenía concesionados, dicha empresa mantendría la concesión sobre los 60 MHz restantes. El gobierno no cobró contraprestación alguna, pero impuso una condición: esos 60 Megahertz tendrían que ser utilizados “para servicios de acceso inalámbrico” (es decir, telefonía o internet) a más tardar el 31 de diciembre de 2016.

Sin embargo, MVS no ha empleado esa fundamental porción de espectro radioeléctrico. Ahora quiere traspasarla a América Móvil, el consorcio del cual forma parte Telcel. El arrendamiento de frecuencias concesionadas está permitido por la Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión, siempre y cuando tenga el beneplácito del Instituto Federal. Pero el IFT tiene varios motivos para no autorizar esa operación.

Como es el operador preponderante en el campo de la telefonía,  América Móvil está sometida a restricciones que no tienen otras empresas. Mientras tenga más de la mitad de suscriptores, tráfico en redes o capacidad utilizada de las mismas, esa empresa no puede realizar acciones que se traduzcan en prácticas monopólicas o en contra de la competencia.

Para orientar sus decisiones en estos casos, el 30 de marzo pasado el IFT publicó sus “Lineamientos generales sobre la autorización de arrendamiento de espectro radioeléctrico”. Allí se dice que puede haber un “mercado secundario” de espectro radioeléctrico para aprovechar segmentos que hayan sido poco o nada utilizados.

Se trata, indica esa autoridad, de “disminuir una de las principales barreras de entrada para nuevos competidores, al facilitar el acceso a un insumo esencial. De esta forma, se busca fomentar la competencia y libre concurrencia en los servicios que requieren el uso del espectro radioeléctrico…”.

Si esos son los criterios para autorizar el arrendamiento de espectro radioeléctrico, es claro que América Móvil no califica porque no es un nuevo competidor. Además, el artículo 18 de los Lineamientos establece: “El Instituto verificará que no se afecte la continuidad en la prestación de los servicios, que se promueva la eficiencia económica en el uso del espectro y que no se generen fenómenos de concentración o propiedad cruzada, contrarios al interés público, o acaparamiento…”.

Según datos de la consultora MediaTelecom, Telcel maneja el 41.2% del espectro radioeléctrico asignado para telefonía celular. Con las frecuencias que quiere arrendar a MVS tendría el 50.63%.

La empresa AT&T ahora tiene el 38.22% y quedaría con el 32.09%. Telefónica pasaría del 19.51%, a 16.38%.

Es decir, si se realizara esa operación, América Móvil, a través de Telcel, volvería a tener más de la mitad de las frecuencias asignadas para telefonía celular. Sería un retroceso después del esfuerzo de autoridades regulatorias y de inversionistas para diversificar el mercado de la telefonía celular. En vez de promover la competencia, el aprovechamiento por parte de Telcel de frecuencias concesionadas a otra empresa reforzaría la concentración en ese mercado.

En vez de autorizar esa operación, el IFT tendría que retirarle a MVS la concesión que tiene varios años sin utilizar y someter esas frecuencias a licitación. Aun ahora, si MVS tuviera capital e infraestructura para emplear la 2.5, el Instituto tendría que establecer la contraprestación que debe pagar por el uso de esa frecuencia. El acuerdo gubernamental de septiembre de 2013 le permitió a MVS conservar la concesión para 60 MHz, pero dejó pendiente la determinación del “aprovechamiento” por esa frecuencia para que lo fijara el IFT. Como la banda no ha sido utilizada, cuando dentro de cuatro semanas venza el plazo mencionado, las concesiones tendrían que ser revocadas.

A pesar de la presencia de nuevos actores en ese mercado, Telcel tiene el 66.4% de las suscripciones de telefonía celular en el país; Telefónica maneja el 23.7% y AT&T el 9.1% de acuerdo con datos del IFT. En telefonía fija, Telmex tiene el 62% del mercado y el segundo operador de ese servicio es Televisa, con el 17.5% de las líneas telefónicas alámbricas. Ese mercado está vinculado al de la televisión de paga. Todos los operadores de TV por cable pueden ofrecer, además, servicios de telefonía. Pero a Telmex se le sigue impidiendo que conduzca señales de televisión de paga por sus líneas telefónicas debido a una restricción del título de concesión que obtuvo hace más de un cuarto de siglo.

Ya es tiempo de que, en beneficio de los consumidores y en reconocimiento a la competencia deseable en todas las vertientes de las telecomunicaciones, a Telmex se le permita ofrecer televisión por cable. De acuerdo con los mismos principios a Telcel, la otra telefónica mexicana del ingeniero Slim, no se le debiera autorizar la adquisición de frecuencias en la banda de 2.5 Ghz.