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“Lo bueno casi no se cuenta”

Gabriel Sosa Plata
septiembre06/ 2016

Sin Embargo

“Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho” es la frase que identifica la campaña de comunicación del Cuarto Informe de Gobierno. Las estaciones de radio y televisión, así como sitios en internet, reproducen hasta el hartazgo la frase del Presidente Enrique Peña Nieto como un reclamo hacia aquellos mexicanos, sus redes sociales y medios de comunicación que sólo han resaltado los hechos negativos de su administración.

La campaña parece estar así destinada sólo a los incrédulos de los logros del gobierno peñista, a aquellos que cuentan y reproducen las denuncias de corrupción, de retrocesos en materia de derechos humanos, en seguridad y empleo, que se han presentado en este sexenio. “Desde luego debemos de atender lo que no está bien y seguir siendo críticos. Es parte de nuestra democracia”, dice el Presidente en uno de los spots, pero reprocha: “lo que no podemos ser es derrotistas”.

Es decir, para Peña Nieto, sin tapujos, son derrotistas aquellos que sólo ven lo malo y no hay que ser así porque “los mexicanos somos alegres, unidos y luchones”. Ante la adversidad, debemos responder con alegría y “echados pa’adelante” (sic), nos dice el Presidente, porque de lo contrario –hace suponer- estaremos de malas (ya ha dicho que algunos estamos de mal humor), infelices y por lo tanto no crecemos como país.

El Presidente y su gobierno quieren que pongamos atención en lo positivo, pero con mucha frecuencia logran exactamente lo contrario. Tan sólo en los últimos días, Peña Nieto generó lo que pocos mandatarios han obtenido en las últimas décadas: ganar un rechazo casi unánime hacia una decisión. Me refiero por supuesto a la invitación que hizo al cuestionado candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump. Fue tal la molestia que ni algunos de los medios, periodistas y columnistas que cuidan día con día, con esmero, la imagen y los intereses del Presidente y su círculo más cercano respaldaron el malogrado encuentro.

En los spots del informe se muestra la imagen de un Peña Nieto afable, “buena onda”, que convive con mexicanas y mexicanos que le cuentan algunos de sus logros obtenidos gracias fundamentalmente a los programas sociales o bien por apoyos gubernamentales a los emprendedores. También hay, obvio, un espaldarazo a la reforma educativa con el testimonio de una maestra que platica lo bien que le ha ido con sus alumnos y que fue uno de los mejores promedios de la evaluación magisterial, así como de un profesor, quien afirma que gracias a estas evaluaciones tuvo un aumento de su sueldo en un 35 por ciento.

La apuesta comunicacional es darnos a entender que hay gente que trabaja, que está de buenas, que logra comer gracias a los comedores comunitarios, que puede eliminar el cáncer porque cuenta con el Seguro Popular, que triunfa en el extranjero por la educación de calidad que le brinda el gobierno, que exporta productos como el aguacate y el nopal por los apoyos a pequeños empresarios, que ya tiene casa por los programas de vivienda y que está muy contenta con el Presidente y su gobierno. La gente echada “pa´delante” es la que triunfa; la que sólo se queja, no, es la conclusión.

Hasta ahora he visto 18 spots, 17 de los cuales son de mexicanas y mexicanos que relatan sus experiencias y el otro es donde aparece el Presidente justificando esta modalidad de “informe” de gobierno. Paralelamente habría otras 10 producciones, de entre uno y dos minutos en promedio, en las que vemos momentos convivencia cordial y amena de Peña Nieto con estos mismos interlocutores antes, durante y después de la grabación de los mensajes.

La grabación de estas producciones se hizo, por lo visto, en Los Pinos. Se dice que forma es fondo. ¿Por qué esos mexicanos tuvieron que ir a la casa presidencial y no al revés? ¿quién es el que rinde el informe, él o los compatriotas exitosos y comprometidos con el país? La locación elegida también habla mucho de la manera en cómo se sigue concibiendo la imagen presidencial desde el poder: el rendimiento de cuentas y el agradecimiento es hacia el tlatoani, en su propio espacio, y no del tlatoani al pueblo, como debe ser.

Por sí mismos los spots aportan muy poco para resaltar los éxitos gubernamentales. ¿Es un logro y no una obligación dar de comer a una familia en pobreza extrema? ¿brindar educación en escuelas públicas? ¿atender a una madre de familia en un hospital? ¿construir carreteras? ¿en serio? Con qué poco se conforma este gobierno. “De lo bueno, poco” es quizás una frase mucho más cercana a millones de personas que no logran ver los avances de las acciones de política pública. No en vano, esos mexicanos y otros están promoviendo en estos días la renuncia del Presidente.

Los spots pretenden, como decía, explotar la parte “humana” del titular del Poder Ejecutivo y de ciudadanas y ciudadanos (ninguno, por cierto, con alguna discapacidad porque quizás haya muy poco que contar sobre los apoyos a esta población vulnerable). Un intento posiblemente “noble” para “humanizar” la relación entre el gobernante y los gobernados, diferente al impulsado en gobiernos anteriores, pero infructuoso porque en la práctica no se informa ni hay rendición de cuentas. Se dirá que para informarse la ciudadanía puede recurrir al sitio web www.gob.mx/informe, como se menciona al final de los mensajes en radio y televisión. Pero, yo derrotista, debo recordar la mala noticia de que sólo la mitad de los hogares cuenta con acceso a internet.

@telecomymedios