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Cirugía estética y medios de comunicación: un tema de salud pública

Aimée Vega Montiel
julio01/ 2016

Milenio

“Con Rocío tuvimos de diagnóstico unos senos muy grandes… Un sobrepeso muy importante… Laxitud de piel… No teníamos cintura…. Teníamos una nariz que miraba para abajo y que no iba acorde con el balance de su cara… Y pudimos hacer al mismo tiempo una rinoplastia… Quitamos la grasa de las mejillas… Mejoramos la línea del cuello y con esto hicimos que la cara entrara en balance… Hay que ver el trabajo que se hizo en cejas y pestañas… Se aplicó toxina botulínica… Y éste fue el resultado”. Aunque así lo parece, esta descripción no corresponde a una película de ficción, sino al concurso Extreme Makeover del programa de radio que conduce Martha Debayle, en el que un supuesto experto muestra los resultados de haber sometido a una mujer, en tan sólo tres meses, a un amplio listado de intervenciones quirúrgicas, dentales, dermatológicas y cosméticas.

Este concurso, con más de una década al aire en Estados Unidos, fue creado para promover la industria de la cirugía estética. Su influencia no ha sido menor: a partir de su primera transmisión, en 2002, ha habido un incremento del 44% en el número de estas operaciones en ese país (American Society for Aesthetic Plastic Surgery). Otros programas de televisión se han sumado a esta ola, como Quiero una cara famosa (un reality show de MTV que muestra el proceso de jóvenes que se someten a cirugías para parecerse a alguna artista famosa) y Nip/Tuck. El resultado es que tan sólo en 2015, esta industria reportó ganancias por más de 13.5 billones de dólares (American Society of Plastic Surgeons), cifra que rebasa el PIB de muchos países del mundo. Las cirugías más practicadas en ese país, son la liposucción y el aumento de busto.

Por su parte, México ocupa el tercer lugar en la lista de países donde se practican cirugías estéticas (International Society of Aesthetic Plastic Surgery, ISAPS). Nuestro país es también el quinto destino en el mundo para este tipo de cirugías. Los tratamientos más comunes, son el aumento de busto, la liposucción y la inyección de botox en el rostro.

¿Cuál es la clave del éxito de estos programas? Tratar las cirugías plásticas como un asunto de derechos. Esta industria, de la mano de los medios de comunicación, han utilizado el empoderamiento de las mujeres como mecanismo para construir su mercado, promoviendo su sometimiento a la cirugía estética como un ejercicio de autodeterminación. Y afirmamos que es una industria dirigida al mercado femenino, pues de acuerdo con ISAPS, 87% de los tratamientos estéticos en el mundo, son practicados a mujeres.

El discurso de esta industria, descansa sobre lo que desde el Siglo XIX se institucionalizó como mecanismo de dominación y subordinación de las mujeres: la vinculación de la identidad femenina a la belleza. Este paradigma se ha potenciado con el tiempo, en buena medida por la participación de los medios de comunicación, que han fungido como principal vehículo de representación y reproducción de este estereotipo.

Donde quiera que dirigimos la mirada, nos encontramos con cuerpos de mujeres exhibidos como objetos de consumo, sea para la venta de autos, desodorantes, bebidas alcohólicas o enseres domésticos. Las mujeres representadas como objetos sexuales, proliferan también en los programas de ficción (telenovelas, series y películas), deportivos (las presentadoras) e informativos (las “chicas” del tiempo). Esta cosificación se ha exacerbado en el escenario digital, en particular, la hipersexualización de niñas y adolescentes.

El de la perfección, basada en la belleza y juventud, es pues un discurso que interpela cotidianamente a las mujeres. Es, definitivamente, una forma de violencia de género velada, a la que se vende como ejercicio de autonomía y liberación. Y programas como el de la presentadora Martha Debayle, en WRadio, de Televisa, se suman entonces a la lista de contenidos que violentan a las mujeres.

Estos programas parecen dar el permiso social  a las mujeres de practicarse una cirugía. De lo que no advierten, es de los riesgos: muchas mujeres han sufrido daños irreversibles a su salud, ocasionados por la negligencia de médicos, pero también por la proliferación de supuestos cirujanos que practican estas intervenciones en la clandestinidad.

En México, por cada médico certificado, existen 15 personas que se presumen como tales y que practican tratamientos estéticos que han llevado a mujeres a la muerte (Asociación Mexicana de Cirugía Plástica y Reconstructiva, A.C.). De acuerdo con la Cofepris, en respuesta a una solicitud de información de El Universal, en nuestro país sólo existen 55 clínicas o consultorios certificados, lo que significa que existen 770 más que operan en la ilegalidad y que no reciben sanción por parte de la autoridad.

Es urgente, pues, que las autoridades en México ejerzan sanciones sobre esta industria que lucra con la violencia contra las mujeres.

aimeevm@unam.mx